Para empezar, el Jardín de Oli es un sitio divertido, un espacio colorista e informal, con una pared convertida en una gran pizarra donde cualquiera puede manifestar lo que quiera (dentro de un orden). La carta se presenta en un cilindro de metacrilato y si usted quiere una ensalada, le pasan una ficha, en la que señalará los ingredientes que desea que tenga.
Puede hacer combinaciones de 22 elementos. Aquí está todo pensado para compartir. La oferta es la de una cocina con raíces tradicionales, de inspiración mediterránea, pero con aportaciones imaginativas, que además, se sirve en pequeñas porciones. Se trata de pequeños bocados gastronómicos muy cuidados, pensados para probar muchas cosas. Como por ejemplo: hojaldre relleno de setas bañado en cabrales, calabacín relleno de cordero con sabores griegos, milhoja de berenjena y salmón con brotes de remolacha, canelones de nécoras, chipirones en su tinta con arroz salvaje... Todo en una carta en permanente evolución, y con unos precios muy razonables.